A la hora de medir o tratar de determinar la inteligencia de las personas, la medida más conocida por todos es el coeficiente intelectual, que se encarga de mostrar las habilidades cognitivas y la capacidad para solucionar problemas y comprender gracias al razonamiento.
Sin embargo, hay elementos que no se incluyen en el cálculo de este coeficiente y son fundamentales para poder lograr el éxito personal y profesional. ¿Cuántos de nosotros conocemos a personas con un elevado coeficiente intelectual, pero con nulas habilidades sociales?
La inteligencia emocional tiene como objetivo definir esas competencias más intangibles y también la de proveer las herramientas y procedimientos necesarios para que las personas puedan desarrollarlas de una manera exitosa.
Preguntas que nos hemos realizado todos en algún momento de nuestra vida son; ¿Elegí a mi pareja porque era objetivamente la mejor opción? ¿Contraté una hipoteca haciendo cálculos sobre la rentabilidad y los comparé con la competencia? ¿Es mi estilo de vida el que me ofrece las mejores condiciones para mi salud?
Tratar de reflexionar y analizar racionalmente por qué hacemos lo que hacemos y no actuar solo en base a nuestras circunstancias actuales es el beneficio principal que puede aportarnos la inteligencia emocional.
El término de inteligencia emocional, también conocido como emotional intelligence o EQ, es un término que fue acuñado por primera vez en los años 90 por Daniel Goleman, periodista especializado en ciencia del New York Times.
La inteligencia emocional se define como la habilidad de identificar y comprender las emociones y sentimientos de una manera positiva y efectiva para nosotros y para nuestro entorno.
En la EQ se incluye la habilidad de usar dicha información para poder resolver conflictos y mejorar las interacciones con los demás.
Según Goleman, la inteligencia emocional se compone de cinco elementos;
El coeficiente intelectual es hereditario, se desarrolla en la infancia y se mantiene estable en la edad adulta.
Por lo tanto, es lógico preguntarse ¿Es posible mediante formación mejorar las competencias que componen la inteligencia emocional?
Los estudios realizados aplicados al mundo empresarial y al educativo han demostrado científicamente que, con una correcta metodología y herramientas, es posible desarrollar y reforzar este tipo de habilidades.
El primer ámbito de aplicación y gran número de estudios han sido enfocados al ámbito empresarial, para analizar como los jefes y responsables pueden mejorar el rendimiento de sus organizaciones utilizando la inteligencia emocional.
Sin embargo, la EQ no se caracteriza por aportar beneficios exclusivamente en el mundo empresarial, si no que tiene un carácter de aplicación transversal, ya que puede ser aplicado en el día a día de cualquier persona, como puede serlo también en el ámbito de la enseñanza.
La inteligencia emocional en la educación permite proporcionar a los docentes los conocimientos y habilidades emocionales necesarios para que de manera práctica puedan aplicar y transferir su nueva comprensión a sus alumnos y encontrar soluciones a los problemas y desafíos reales dentro del aula.
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